¡Hola!
Os traigo el proyecto de Adictos de este mes, "Escritura sorpresa". La imagen que escogí fue esta, y por consiguiente, el género que me tocó fue el terror.
Antes de empezar, me gustaría explicar que este relato para mí es importante. Es es el primero que escribo desde junio. Durante este tiempo, he tenido un parón de 7 meses—interrumpido tan solo por un microrrelato puntual y algunas reflexiones—en el que no he logrado escribir nada medianamente largo y en condiciones. Y no sabía cuándo esta pausa finalizaría.
Asimismo, también es el primer ejercicio que presento para Adictos desde hace más de un año, concretamente desde mi último proyecto en diciembre de 2012.
Por eso, haber escrito esta historia para mí significa un paso.
Releyéndola, me he dado cuenta de que he perdido algo de práctica. Algunas partes no están tan bien escritas como deberían, y en otras la acción se precipita demasiado. Sin embargo, supongo que esto se basará en reenganchar y volver a engrasar las tuercas.
Releyéndola, me he dado cuenta de que he perdido algo de práctica. Algunas partes no están tan bien escritas como deberían, y en otras la acción se precipita demasiado. Sin embargo, supongo que esto se basará en reenganchar y volver a engrasar las tuercas.
Aún así, estoy contenta de haber vuelto a escribir y participar en Adictos.
Dejando de lado este pequeño discurso, espero que disfrutéis con este relato a pesar de todo y que, al menos, os saque un pequeño escalofrío.
El Bosque de
los Ecos Huyentes
Una sombra
corría por un bosque en un eterno otoño. La pálida luz que se filtraba a través
de las ramas más altas y la niebla se entremezclaban con un vaporoso y fino
vestido blanco, ondeante, siempre en movimiento. La chica corría. Su cabello
rojo, del mismo color que las hojas de los árboles que la rodeaban, flotaba
junto al vestido. La chica corría. Sus descalzos pies eran imparables, apenas
tocaban un segundo el suave suelo de tierra mullida y volvían a alzarse. La
chica corría.
¿Por qué corría? Ella se lo preguntaba también.
¿Por qué? ¿Por qué llevaba un vestido blanco, fino, vaporoso? ¿Por qué el
bosque tenía el mismo color que su cabello? ¿Por qué sus pies estaban
descalzos? Se preguntó si estaba huyendo de algo. Pero no sabía de qué. De
hecho, no notaba que algo la estuviera persiguiendo. Seguir corriendo de esa
manera no tenía sentido. Y, como no lo tenía, se detuvo.
No se sentía
cansada. Miró a su alrededor, pero el entorno siempre era el mismo. No sabía por qué se encontraba en ese lugar. No sabía su propio nombre.
Simplemente, se encontró a sí misma corriendo.
No sabía qué hacer. Quizá intentar salir de ese bosque. Pensando eso, comenzó a caminar.
No sabía qué hacer. Quizá intentar salir de ese bosque. Pensando eso, comenzó a caminar.
¿Qué era lo
que quería? ¿Qué era lo que haría? Se preguntó quién era ella misma y cómo
había llegado hasta allí. Sin embargo, fuera a donde fuera el paisaje siempre
le parecía el mismo, eterno, inmutable. Ningún ruido, ningún animal, ningún cambio
en la luz mortecina que iluminaba el camino. Solo árboles de hojas rojas y el
sonido de sus propios pasos. A medida que pasaba el tiempo, su nerviosismo se
acrecentaba. ¿Cuán grande era ese bosque? No sabía adónde se dirigía, pero
caminar sin rumbo dejó de parecerle tan buena idea. Era posible que, lejos de
acercarse a la salida, se estuviera adentrando aún más. Pero nada a su
alrededor le daba ninguna mínima señal. Ni más espesor, ni más oscuridad. Nada.
A veces
incluso se preguntaba si realmente estaba avanzando. Su propia concepción del
tiempo era relativa y poco confiable, porque nada a su alrededor cambiaba y
ella tampoco sentía cansancio, hambre o sed. Pronto tuvo la sensación de estar
atrapada en un sueño, en una pesadilla eterna.
De vez en
cuando le parecía ver siluetas que corrían a lo lejos, pero cada vez que
intentaba perseguirles terminaba perdiéndoles el rastro. Sintió cómo, poco a
poco, la ansiedad le inundaba. Ese bosque aparentemente pacífico y tranquilo empezó
a parecerle hostil. Se sintió apresada, anclada en un mismo lugar como si hubiera
paredes invisibles que ella no percibía. Fuera donde fuera siempre veía lo
mismo, nada cambiaba. Ese bosque no acababa nunca. Comenzó a notar que estaba
atrapada en un bucle interminable, en un espacio infinito del cual no podía
salir, siempre con el mismo paisaje.
Sus nervios
y su tensión se acrecentaban cada vez más. Su respiración también se volvía,
poco a poco, más agitada. Decidió hacer una marca. Una marca en el tronco de
algún árbol, con una piedra afilada.
Al
finalizar, se quedó mirando el pequeño corte en la corteza durante largo
tiempo. Sentía miedo. Miedo de avanzar y encontrar esa señal de nuevo, en algún
otro lugar, aparentemente, más adelante. Sintió miedo. Sin embargo, poco a
poco, se giró y siguió caminando.
No volvió a
encontrar ese corte irregular. Pero, aún así, tuvo la sensación de haber
llegado de nuevo al mismo escenario. Le pareció ver el mismo árbol, incluso la
misma piedra que utilizó. Pero, sin embargo, ambos permanecían intactos y ella
tampoco podía saber con exactitud si eran los mismos que había usado. Insegura,
retrocedió y corrió hacia atrás, intentando volver al lugar del que partió.
Pero ya no sabía dónde se encontraba, no sabía cómo regresar y no volvió a
encontrar la marca.
Desesperada,
comenzó a caminar con paso errático, dirigiéndose a todas partes y a ninguna,
mirando a su alrededor y rezando por hallar tan solo un paisaje diferente, un
lugar diferente al que encontraba siempre, algo… y lo vio. A lo lejos, vio
algo. Una roca, un montículo de tierra, no lo podía discernir bien. Pero era un
elemento que aún no había visto hasta entonces, estaba segura. Era un cambio,
un nuevo camino que podría llevarla hacia un sitio distinto.
Esperanzada,
se dirigió hacia allí. Pero no era lo que ella esperaba. A medida que se
acercaba, el horror en su corazón aumentaba. La figura no era una roca, ni un
montículo de tierra. Era un coche. Un coche destrozado, un coche que había
chocado con el tronco de un árbol. Los cristales de las ventanas habían
estallado, pero el interior del vehículo era pura oscuridad. Sin embargo,
cuando solo se encontraba a unos pocos metros se dio cuente de que de la
ventanilla del conductor salía algo. Era sangre, un hilillo de sangre carmesí
que resbalaba por la puerta hasta llegar al suelo para fundirse con las hojas
caídas del mismo color. Tuvo miedo de avanzar. Por un momento, pensó en dar
media vuelta e irse de aquel lugar. Algo le advertía de que no le gustaría lo
que iba a encontrar.
Sin embargo,
irse solo suponía volver a quedar atrapada en el bucle. Era posible que ese
camino fuese su única salida. Decidió rodear el coche. Sin embargo, algo en él
la llamaba. Allí dentro había algo, algo que debía ver. Algo que le impedía
alejarse. Dudó. La tentación era fuerte, pero el miedo también. Sabía que
estaba cometiendo un error. Sin embargo, controlando sus temblores, comenzó a
acercarse a la ventanilla poco a poco, intentando ignorar la sangre que aún
brotaba del interior. Se inclinó, sintiendo cómo el corazón retumbaba en su
pecho. Inspirando hondo, miró adentro.
Vio un
cadáver. El cadáver de una chica. Una chica de cabellos rojos, del mismo color
que la sangre que emanaba de su cabeza. Sus ojos sin vida estaban clavados en
los de ella.
Quiso
gritar. Gritar hasta quedarse sin voz, hasta que su chillido interminable y
desgarrador se volviera inhumano, hasta que se volviera tan atronador que pudiera
destruir con su fuerza ese bosque maldito. Pero no pudo emitir ningún sonido.
Solo pudo
alejarse, dar media vuelta y correr. Correr, y perderse para siempre, perderse
en un lugar donde estuviera a salvo. Donde las hojas que la rodeaban dejasen de
parecerle hechas de sangre, donde ya no pudiera regresar. Correr, correr y
correr, huir, hasta perderse ella misma, hasta dejar de recordar quién era,
hasta que se deshiciera de su cuerpo y sólo se convirtiera en una sombra atrapada
en ese bosque, en un eco, un eco huyente.
10 comentarios:
Tiene un dejo melancólico esa tragedia, algo vagamente dulce.
Saludos.
Buenas noches y mucho gusto :)
La idea del Limbo representada como un constante bucle me parece muy atractiva. Creo que el relato está bien escrito, no te juzgues tan duramente. Ya te sentirás en forma de nuevo, quizás esta haya sido tu marca en el árbol :)
Un beso,
Ellora
A mi me parece una historia muy bonita, muy bien redactada, parece escrita en poesía y eso la hace más atractiva.
Hola, Angy, está muy bien escrita esta historia. Aunque no me haya parecido de terror, sí que me mantuvo intrigada todo el tiempo y me envolvió. Creo que ya te lo había dicho, pero me encanta cómo escribís.
Besos.
Hola, Angy. Que bueno que estés de vuelta!!
Bueno, para hacer tanto tiempo que no escribes lo has hecho muy bien. Muy interesante el enfoque que le diste a la historia, está muy bien narrada. Hay terror, pero es muy imperceptible y enloquecedor al mismo tiempo.
Muy buen trabajo!!
Un gusto volver a leerte :-)
Besos!!
Muy bueno, el desconcierto de la joven es un poco contagioso. Felicitaciones :)
Realmente el bosque puede llegar a ser un elemento sumamente terrorífico. Bien tratado el género. Saludos.
Un relato muy estresante, ya me estaba agobiando un montón mientras seguía atrapada allí sin encontrar forma de salir y ya al final me agobié aún más. Un relato muy bueno y angustioso. ¡Un beso!
Al final, cuando dice que quiere olvidar, me pregunto si eso no le ocurrió antes, si no le volverá a pasar...
Buenas, este es un relato interesante, me gustó. Tienes buena imaginación y escribes muy bién. No obstante, seme ha hecho un poco largo:) Saludos.
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